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Criptomonedas: ¿quién sigue usando cheques?

La llegada de las criptomonedas es simplemente el siguiente paso del concepto ‘dinero’, en el que la tecnología de hoy nos permite asignar valor a algo todavía más intangible que un pedazo de papel.

El dinero es quizás el concepto que mejor define la naturaleza humana y su a veces ilógica forma de asignar valor. Imaginemos el estupor de los primeros usuarios de monedas metálicas en la antigua Persia y Lidia cuando alguien llegó a comprar una tela y en vez de intercambiarla por algún otro bien como un animal, les entregó un pedazo de metal redondo acuñado con algún símbolo. En el momento en el que toda una sociedad se puso de acuerdo en que dicho mineral tenía un valor, ya sea por el mandato real reflejado en la heráldica de la pieza o por la rareza del metal con el que había sido elaborada, es cuando aparece el dinero y la economía de la antigüedad poco a poco se transforma hasta dejar el trueque atrás.

Uno de los momentos históricos más recientes en el que podemos observar un choque entre diferentes concepciones de asignar valor a los objetos es la llegada de los españoles a América. Hay muchas historias al respecto e incluso está férreamente asentado en el imaginario colectivo, con relatos como la ‘leyenda de El Dorado’, que los ibéricos venían al nuevo mundo a buscar riquezas, de preferencia metálicas. Una escena que ilustra esta fiebre por el oro es la desesperada salida de Hernán Cortés de México-Tenochtitlán donde uno de los factores que retrasa su escape y que al final le cuesta la vida a varios de sus soldados, son las mulas cargadas con oro y plata, de las cuales muchas acabaron en el fondo del lago. Esto contrasta con la visión de los indígenas, que si bien utilizaban el oro, la plata y otros minerales preciosos a manera de ornato con un valor importante, también asignaban cuantía relevante a otros objetos como semillas, plumas y diversos animales. En otras palabras tenían una escala de valuación respecto al oro diferente a la de sus contrapartes europeas. De ahí la expresión “les cambiaban espejitos por oro” tan ilustrativa de la diferencia entre cosmovisiones.

El concepto ‘dinero’ siguió avanzando a tal grado que se empezaron a cambiar los metales por papeles avalados por la riqueza de países y gobiernos, todo por medio de intermediarios llamados bancos que facilitaban su distribución y que empezaron a tomar atribuciones como salvaguardar las riquezas, prestar el capital de unos a otros cobrando comisiones, expedir ‘cheques de viajero’ para que no tuvieran que llevar oro de un lugar a otro y arriesgarse a ser robado. Finalmente desarrollan una de las diversiones más humanas que hay: especular sobre cuánto valdrá un bien o lo que produce un país o empresa en el futuro; con esto nacen las inversiones a futuros y las casas de bolsa para ser intermediarias de las transacciones.

Estas transacciones a futuro son el reflejo de una palabra clave en las relaciones humanas: la confianza. Si tú le crees a un país y a los que lo gobiernan, que verdaderamente va a crecer y que van a generar riqueza, entonces pones tu dinero en ese lugar para que crezca junto con ellos; de ahí la importancia en que los gobiernos aporten valores como certeza, legalidad, seguridad, transparencia, etcétera para que llegue más inversión.

La llegada de las criptomonedas es simplemente el siguiente paso del concepto ‘dinero’, en el que la tecnología de hoy nos permite asignar valor a algo todavía más intangible que un pedazo de papel, que sería un código de ceros y unos que existe en los servidores en los que se almacena, pero que prácticamente no existe en el universo físico. Sin embargo tiene varias ventajas, la primera es que democratiza el acceso a los mercados de dinero reduciendo la enorme cantidad de intermediarios que ya existían en la banca tradicional. También permite que las personas inviertan pequeñas cantidades y logren ganancias de las especulaciones, cosa que en las últimas décadas era prácticamente solo accesible a los grandes capitales. La seguridad de las criptomonedas tampoco es un problema ya que cada transacción que se realiza es verificada por a veces cientos de usuarios independientes y almacenada de forma que se puede rastrear cualquier movimiento.

Estamos en un momento de transición hacia esta nueva forma de hacer trueques, actualmente ya hay una paridad entre el dólar y las monedas digitales. Ya existen empresas importantes que tienen parte de su capital en estas monedas, la más representativa es Tesla, incluso algunos market places como Amazon, que si bien no acepta pagos directos con criptomonedas, sí te da opción de adquirir tarjetas de regalo compradas con bitcoin.

Por supuesto hay resistencia de los que antes tenían el control de las transacciones y las ganancias, por ejemplo Warren Buffet, el oráculo de las inversiones, les auguró un final apocalíptico después del escándalo con la app Robin Hood que permite a usuarios hacer inversiones en bolsa directas sin necesidad de intermediarios desde tu celular. Pero mientras más usuarios estén de acuerdo con que las criptomonedas tienen un valor y las nuevas generaciones tengan mayor poder adquisitivo, más pronto permeará esta nueva tecnología.

Spoiler alert! No va a tomar los siglos que le tomó a la moneda metálica volverse mundialmente aceptada, o los años que llevó a los cheques y a las tarjetas de crédito ser una forma común de pago… como todos los cambios digitales -ayudados por la pandemia- será mucho más rápido.

Artículo publicado en: https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/jesus-delosrios/2021/05/12/criptomonedas-quien-sigue-usando-cheques/?fbclid=IwAR1qKbU0aV4bwzeGESgbdhYRxbXgAoRw1Zec7W1TM4MJgZ0kyRV-5U8IsR0

bto