Por: Twitter: @yuyisvg
Publicado en: https://www.eleconomista.com.mx/amp/opinion/Grilletes-Digitales-20211209-0123.html
Todavía recuerdo cuando podía salir de mi casa con toda libertad sin necesidad de llevar un dispositivo electrónico. Esa sensación de cerrar la puerta y dejar todo lo que se tenía pendiente ahí, en ese lugar, sin que nada ni nadie me acompañara a todas partes. Añoro sin duda, poder disfrutar de una actividad sin la ansiedad de saber que en mi dispositivo electrónico me espera revisar 15 ventanas de chat, 10 correos electrónicos, responder una llamada de mi socio y tres de mi madre. Una época feliz, sin inmediatez. No había necesidad de ser multitask, se podía vivir con mayor facilidad en el momento presente.
En contraste con la nostalgia que la vida sin algoritmos de los 90’s pueda traernos, en la actualidad, se espera que estemos pendientes de todo de forma permanente. Somos una sociedad que se agota desde el momento en el que abre los ojos por la mañana, nada más de escuchar los sonidos de las notificaciones del celular que comienzan a llegar desde el alba y donde se nos solicitan constantemente soluciones a problemas de distinta índole: familiar, laboral, de atención, de poca y mucha responsabilidad.
Lo peor es que ha pesar de la incomodidad que esto representa para todos, no somos víctimas de esta situación. Por más que nos disguste vivir con la ansiedad que produce una notificación pendiente, sabemos perfectamente que somos parte del problema: nuestro proceder cotidiano se ha vuelto dependiente de la inmediatez -si las cosas no suceden al momento, nos carcome por dentro la espera. Lo queremos todo: la respuesta inmediata al problema, con la mejor solución, pero sin dar la oportunidad de que la respuesta se piense para que traiga consigo la mejor decisión. Nos hemos acostumbrado a las decisiones de microondas, producidas en un par de segundos y pensadas en un entorno de hiperestimulación sensorial y de atención dividida.
Queremos que las personas a nuestro alrededor pongan atención a nuestras necesidades personales y emocionales, a la vez que somos incapaces de acompañar a dormir a uno de nuestros hijos sin revisar nuestras redes sociales. No queremos admitir nuestra adicción a revisar el celular, pero queremos que nuestros hijos nos miren a los ojos cuando les hablamos, mientras nosotros contestamos un mensaje del trabajo o de un cliente.
Somos sin duda una generación híbrida y de transición. La nuestra tuvo la fortuna de tener una vida off-line, una juventud sin huella digital y todas las bondades de una vida sin algoritmos, por lo menos en los años formativos de la vida.
Es importante aceptar que los 90’s no van a volver. Tenemos que tomar acción y generar mejores competencias para vivir en la realidad que toca vivir. Darle a nuestra adicción a la dopamina la importancia que merece y comenzar a poner en marcha prácticas y estrategias para aprender a regular nuestro comportamiento y limitar a nuestros dispositivos electrónicos para poder vivir nuevamente en presente. Es nuestra responsabilidad hacer esto, a fin de dar a las nuevas generaciones herramientas para manejar la ansiedad, la dispersión y la adicción que nos generan los dispositivos electrónicos, o más bien, nuestros grilletes digitales.
Con la pandemia, estamos asistiendo al nacimiento de una generación cuya vida desde la más tierna infancia, es moderada por algoritmos, modelada por la cultura digital y el modo on demand a golpes de dopamina. Nuestra generación pues, tiene la oportunidad de rehumanizar el entorno digital de los más jóvenes, a fin de prepararlos para liderar un mundo en el cual habrá nuevas profesiones, nuevas formas de relacionarse y una vida que nos parece aún de ciencia ficción pero que será vivida en una realidad virtual paralela que por lo menos hoy llamamos Metaverso.
No debemos temer. Necesitamos aprender con ellos lo que traerá su mundo y estar presentes para orientarlos con los valores humanos compartidos, el valor de la dignidad de cada persona, el de la libertad, el de la amistad auténtica. Demostrarles nuestro amor a través de nuestra atención indivisa y completa, darles herramientas para pensar más y mejor y enseñarles a aprender a aprender. Hagámoslo por ellos.
*La autora es profesora de la Licenciatura en Gobierno y de la Maestría en Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Panamericana. Socia en la agencia de comunicación Saxum Media -Online Reputation Agency y CEO de Wombat Accelerate.