A la sociedad le conviene tener mercados abiertos, con libre competencia, sin restricciones a la importación o a la producción de productos. La modificación de la Ley de Adquisiciones que Morena ha impulsado a instancias del presidente no tiene, sin embargo, el afán de abrir el mercado, sino de eliminar las compras de medicamentos producidos en México.
AMLO desprecia a la industria farmacéutica nacional, a la que acusa constantemente de corrupción, pese a que nunca ha presentado pruebas. La enmienda a la ley elimina la necesidad de licitar las compras públicas de medicamentos o de someterlas a los criterios de salud que se aplican a los productores mexicanos: “Cuando de la investigación de mercado se concluya que la licitación no es la vía idónea para asegurar al Estado las mejores condiciones., las dependencias y entidades. podrán contratar con organismos intergubernamentales internacionales a través de los mecanismos de colaboración previamente establecidos por estos”.
La iniciativa busca respaldar la decisión previa del presidente de dejar de comprar medicamentos a los productores nacionales. Para López Obrador, toda la industria farmacéutica nacional es corrupta y por eso hay que comprar en el extranjero. Ayer afirmó: “Es otro pulpo, porque estamos hablando de cerca de 90 mil millones de pesos de compra de medicamentos y había grupos que acaparaban todas estas compras; mucha corrupción, adulteración de medicamentos. y robo abierto”.
Pero, si había medicamentos adulterados, ¿cuáles son y qué estudios se usaron para determinarlo? ¿Por qué Cofepris, que puede cerrar líneas de producción, no lo ha hecho? ¿Por qué la Secretaría de la Función Pública no ha presentado denuncias por los actos de corrupción y “robo abierto”?
El presidente, desafortunadamente, vive en un mundo de fantasía. Ayer anunció que creará una distribuidora gubernamental de medicamentos: “¿Cómo es posible -dijo– que lleguen los refrescos, para no hablar de marcas, o las papas en bolsitas hasta las comunidades más apartadas y no podamos llevar nosotros los medicamentos? ¿Entonces dónde queda el me canso ganso?” Es evidente que López Obrador no imagina la complejidad y el costo de establecer un sistema de distribución nacional de medicamentos.
Si ha habido actos de corrupción, que se presenten acusaciones y pruebas y que se detenga a los responsables. Nadie defiende la corrupción. Pero hasta ahora el gobierno no ha presentado una sola denuncia ni exhibido una prueba. López Obrador argumenta que las distribuidoras tenían un monopolio, pero las distribuidoras no son las farmacéuticas; por otra parte, el nivel de concentración de las distribuidoras en México es menor que el de Estados Unidos y otros países.
Los ataques del presidente a la industria farmacéutica nacional no han tenido hasta ahora más que dos logros: generar escasez de medicamentos, lo que ha ocasionado muertes innecesarias, y destruir miles de empleos productivos en México. La nueva legislación busca perpetuar esta situación.
El gobierno debe asegurar un mercado competitivo, con subastas abiertas a nacionales y extranjeros, que garantice la compra de medicamentos de calidad a precios bajos. Matar a la industria nacional no es el camino correcto para conseguirlo.
Medicinas Kodak
Estados Unidos ha anunciado un préstamo gubernamental de 765 millones de dólares a Kodak para que reconvierta su producción a medicamentos y ayude a eliminar la dependencia de los productos de China y la India. México, en cambio, está tratando de destruir a la industria farmacéutica nacional para aumentar la dependencia del exterior. ¿Dónde quedó la autosuficiencia?
Twitter: @SergioSarmiento